Alma es mucho más que un concepto o una marca. Alma es un sentimiento compartido que conecta raíces, conocimiento, personas y territorios. Es un vínculo emocional que une proyectos artesanos y genuinos alrededor del vino y de su cultura; siempre con la pasión y la autenticidad como elementos motivadores e inspiradores. Esta manera de trabajar común está basada en crear experiencias inolvidables en torno al vino con el propósito superior de convertirse en elementos inspiradores y construir un legado único y perdurable.
La finca de Meín figura en los libros de historia de Galicia como uno de los primeros asentamientos de población, nacido a la sombra del Monasterio de San Clodio, tan ligado al origen de la viticultura en la comarca del Ribeiro en los siglos XI y XII. Es decir, que allí mismo, en Viña Meín y San Clodio nació el vino de Ribeiro.
Las terrazas y las diferentes variedades locales que componen la parcela de Meín ofrecen una fragmentación del viñedo que se respeta en cada proceso de vinificación. Este cuidado individualizado de las parcelas consiste en la adaptación del equipo a la realidad vitícola de cada parte del viñedo, comprendiendo su variedad, su sistema de conducción, su exposición... O Gran Meín Castes Brancas es un ejemplo del valor que aportan las pequeñas propiedades gallegas a la producción de grandes vinos. Las diferentes terrazas de la histórica parcela de Meín, con su identidad multivariedad y su historia vitícola, son la raíz fundamental de este vino. Otras parcelas alrededor de Meín se ensamblan con el propósito de mantener y expresar la energía especial de este paisaje.
Distinguida y armoniosa, la Treixadura es la uva blanca reina del viñedo del Ribeiro. Variedad de brotación y maduración tardía, y por lo tanto sensible a la altitud, su cultivo predomina en valles y laderas bien orientadas. Presenta fuerte vigor y fertilidad media, y su producción es de 12 a 15 Tn/Ha de excelente potencial cualitativo. Es poco resistente a la sequía y necesita de terrenos cálidos. Tiene sensibilidad media al oídio y al mildiu, y es sensible a la Botrytis cinerea y excoriosis.
Los vinos que produce son aromáticos, finos y elegantes, con recuerdos a frutas, delicadas notas florales y toques balsámicos. Alcanzan fácilmente los 12-13.5 º alcohólicos, que se compensan con su acidez total entre 5.5 y 7 gr/l. expresada en ácido tartárico, lo que hace que resulten frescos, equilibrados, sabrosos y untuosos.
Se pueden encontrar monovarietales de Treixadura en Ribeiro aunque la mayoría son elaborados mezclados con otras variedades autóctonas, pero con predominio de la Treixadura. Así se consiguen vinos armónicos y equilibrados desde el viñedo, vinos diferentes, singulares y únicos. Los vinos en los que predomina la Treixadura suelen tener una buena y positiva evolución en botella.
El primero de los vinos tintos de la bodega, sería 30.000 maravedíes, que es un vino de comarca, un vino regional, vino de pueblo.
30.000 maravedíes es el conjunto de todos los suelos, orientaciones, eminentemente Garnacha en un 90 por ciento y luego el 10 por ciento resto de variedades locales que se mantienen a nivel minoritario para hacer el englobe de todo.
El nombre también refleja la unión entre la historia, la bodega, la estructura y el paraje. 30.000 maravedíes es la cantidad que pagó Álvaro de Luna por comprar toda la comarca a los monjes. Los monjes son los que habían desarrollado el cultivo de la vid. Es un nombre de una historia en el que se refleja el valor de lo que se paga por el Valle pero al final es un homenaje al Valle. También estructura la historia que desarrollan los monjes y eso es lo que continuamos nosotros, la herencia en hacer este vino de pueblo que quiere expresar cómo es todo el Valle. Al final el formato de un vino que tiende hacia la mineralidad, la floralidad, la longitud, la frutosidad y la facilidad de beber.
Es una parte de la montaña donde se encuentra la bodega, a 800 m. de altura, en una orientación Norte y en la que tienen los tres tipos de granito que hay en San Martín, el granito blanco, el marrón y el rosa. Cada una de las viñas que trabaja Marañones tiene un suelo diferente, unas en colina, y otras más en llano.
La idea es hacer el referente del sello de bodega que es como elaborar con una mezcla de viñas la gran Garnacha sin que llegue a ser el vino parcelario, que siempre es como mucho más delicado y más minoritario en cantidad.
Garnacha cien por ciento, en la que la expresión pura, tanto en nariz como en boca es el endrino, la sensación de la fruta carnosa con la textura todavía un poco crocante. Y luego vinos con mucha sedosidad, con la granulosidad de estos suelos graníticos con cuarzo. Esa pepita de cuarzo se nota en la textura, longitud, finura, elegancia y floralidad del vino.